La biotecnología en la agricultura se considera un complemento científico a la agricultura convencional, que puede ayudar a los programas de mejoras de plantas que permite la transferencia de material genético entre organismos que en situación normal no se mezclarían.
Mediante el uso de prácticas agrícolas sostenibles, la biotecnología puede mejorar el suelo con:
Reducción de pesticidas que permite el uso de herbicidas más respetuosos del medio ambiente.
Conservación de la calidad del suelo a través del uso de la labranza de conservación.
Disminuye los nutrientes de la escorrentía agrícola.
Aumento de la eficiencia del fertilizante.
Conserva la tierra vegetal.
La biotecnología aplicada a la agricultura es una herramienta que utiliza organismos vivos o sustancias obtenidas de esos organismos para crear o modificar un producto con fines prácticos.
Cultivos biotecnológicos
Se han convertido en un recurso agrícola indispensable para los agricultores de todo el mundo debido a la gran cantidad de beneficios que ofrecen por su mejor productividad y rentabilidad así como también, por el menor esfuerzo que requieren.
Según el reporte del Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnología (ISAAA, por sus siglas en inglés), 190.4 millones de hectáreas de cultivos biotecnológicos fueron sembrados en 29 países durante el 2019, 3 países más que en el 2018.
Los cuatro principales cultivos biotecnológicos que se mantienen son:
1. Soya (48%) 2. Maíz (32%) 3. Algodón (13.5%) 4. Canola (5.3%)
Más allá de estos cuatro productos, aumentó la adopción de otros cultivos biotecnológicos, incluyendo productos como alfalfa de baja lignina (Estados Unidos y Canadá), caña de azúcar resistente a los insectos (Brasil), y piña rosada (Costa Rica), entre otras.
La tasa de adopción de cultivos biotecnológicos se mantiene, con los 5 principales países productores acercándose a su máxima adopción:
1. Estados Unidos (95%) 2. Brasil (94%) 3. Argentina (100%) 4. Canadá (90%) 5. India (94%)
Con estas rápidas aprobaciones de nuevos cultivos y eventos biotecnológicos, estos países lograron aumentar la producción de comida nutritiva, mejorar la seguridad alimentaria, mitigar los problemas causados por el cambio climático, conservar la biodiversidad, aumentar la productividad y mejorar la calidad de vida de los agricultores.
Biotecnología en la agricultura de América Latina
En el 2019, 10 países latinoamericanos cultivaron 83.9 millones de hectáreas de cultivos transgénicos, lo que representa el 44% de las áreas globales. El acceso a nuevas tecnologías en maíz, soya y algodón, subsidios para agricultores, clima favorable y mejores regulaciones, alentaron a agricultores de Brasil, Argentina, Paraguay, México, Colombia y Honduras a cultivar productos transgénicos.
En Bolivia, se incrementó el área de cultivo de soya transgénica gracias a condiciones climáticas favorables y a la aprobación de dos eventos adicionales en soja para aumentar la producción de biocombustibles. En Colombia, se reportó una tasa de crecimiento del 15% en maíz y algodón.
Aplicaciones de biotecnología en la agricultura
En el campo de la agricultura las aplicaciones de la biotecnología son innumerables. Algunas de las más importantes son:
Resistencia a herbicidas. Se basa en la transferencia de genes de resistencia a partir de bacterias y algunas especies vegetales, como la petunia. Así se ha conseguido que plantas como la soja sean resistentes al glifosato, a glufosinato en la colza y bromoxinil en algodón.
Resistencia a plagas y enfermedades. Gracias a la biotecnología es posible obtener cultivos que se auto protegen en base a la síntesis de proteínas u otras sustancias que tienen carácter insecticida. Este tipo de resistencia se basa en la transferencia a plantas de genes codificadores de las proteínas Bt de la bacteria Bacillus thuringiensis, presente en casi todos los suelos del mundo, que confieren resistencia a insectos, en particular contra lepidópteros, coleópteros y dípteros.
Mejora de las propiedades nutritivas y organolépticas. El conocimiento del metabolismo de las plantas permite mejorar e introducir algunas características diferentes. En tomate, por ejemplo, se ha logrado mejorar la textura y la consistencia impidiendo el proceso de maduración, al incorporar un gen que inhibe la formación de pectinasa, enzima que se activa en el curso del envejecimiento del fruto y que produce una degradación de la pared celular y la pérdida de la consistencia del fruto.
Resistencia a estrés abiótico. Las bacterias Pseudomonas syringae y Erwinia herbicola, cuyos hábitat naturales son las plantas, son en gran parte responsables de los daños de las heladas y el frío en muchos vegetales, al facilitar la producción de cristales de hielo con una proteína que actúa como núcleo de cristalización. La separación del gen implicado permite obtener colonias de estas bacterias que, una vez inoculadas en grandes cantidades en la planta, le confieren una mayor resistencia a las bajas temperaturas.
Fuente: Thefoodtech.com
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