En pocas palabras, el término Smart Farming se refiere al uso de tecnología en la agricultura para facilitar las tareas y mejorar los resultados.
Los avances en la tecnología y en la ciencia han brindado a los agricultores herramientas para mejorar su producción y sus beneficios. La conectividad GPS (sistema de navegación global por satélite que proporciona información) ha hecho posible el autoguiado en la maquinaria agrícola. Los sensores inteligentes pueden monitorear las dosis de pulverización o la precisión en la siembra de semillas. Los ordenadores ahora pueden recopilar y comparar datos.
Hay niveles tanto de “inteligencia” como de conectividad, pasando a tener desde unos pocos dispositivos conectados hasta una gestión y automatización de flotas a gran escala.
Para el Banco Mundial, la agricultura inteligente con respecto al clima es un planteamiento integrado para la gestión de los paisajes (tierras de cultivo, ganado, bosques y recursos pesqueros) que aborda dos desafíos relacionados entre sí – la seguridad alimentaria y el cambio climático – y procura producir tres efectos directos en forma simultánea:
Mayor productividad: producir más alimentos para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional y elevar los ingresos del 75% de los pobres del mundo, muchos de los cuales dependen de la agricultura para su subsistencia.
Mayor resiliencia: reducir la vulnerabilidad a las sequías, las plagas, las enfermedades y otras perturbaciones, y aumentar la capacidad de adaptación y de cultivo frente a factores de tensión a más largo plazo, como temporadas de cultivo más cortas y patrones meteorológicos irregulares.
Menos emisiones: procurar la generación de menos emisiones por cada caloría o kilo de alimentos producido, evitar la deforestación a causa de la agricultura y encontrar maneras de extraer el carbono de la atmósfera.
De agricultura inteligente a agricultura sostenible
Si bien la agricultura inteligente con respecto al clima se basa en los conocimientos, las tecnologías y los principios de la agricultura sostenible existentes en la actualidad, es un planteamiento distinto en muchos aspectos.
Primero, se centra explícitamente en abordar el cambio climático. Segundo, considera sistemáticamente las sinergias y las soluciones de compromiso entre productividad, adaptación y mitigación, a fin de aprovechar las ventajas de contar con resultados integrados e interrelacionados.
Este desafío de lograr producir más con menos cuenta con un aliado esencial en la tecnología que impulsa una revolución hacia la agricultura 4.0, (cuando hablamos de agricultura 4.0, nos referimos al uso de Internet de las Cosas (Internet of Things o IoT), Big Data, la Inteligencia Artificial y la Robótica para ampliar, agilizar y hacer más eficientes las actividades que afectan a toda la cadena de producción), una agricultura de precisión, que favorezca un nuevo modelo económico más transversal y resiliente, con la sostenibilidad y la digitalización como claves.
El uso del internet de las cosas (IoT) en la agricultura ofrece grandes beneficios: desde utilizar drones para detectar y apagar incendios hasta alertar a los agricultores sobre plagas o falta de riego, monitorear el ganado, obtener información de cultivos a través de bit data y mucho más.
Brecha digital
Una herramienta esencial para favorecer el gran reto de alimentar un mundo en crecimiento, con menos recursos y un escenario climático hostil y que, pese a contar con mucha tecnología y desarrollos innovadores en el mercado, aún se enfrenta a la ancha brecha tecnológica y digital que caracteriza al sector agropecuario.
Esta brecha entre la tecnología disponible y su integración en las explotaciones exige un trabajo de implicación y escucha entre todos los eslabones de la cadena de valor. Para eso, hace falta formación y escuchar al mercado, que es quien decide lo que quiere comer y que ya señala que la sostenibilidad, sin duda, va a ser un elemento determinante en la opción de compra de los consumidores. Además de resolver la brecha digital en las zonas rurales. La implementación de tecnologías y recursos necesarios contribuye a que los emprendedores del sector agrario apuesten por una agricultura más moderna, competitiva y sostenible, optimizando el uso de los recursos, principalmente, el suelo, el agua y la energía.
Una cuarta revolución verde en la que la tecnología, el internet de las cosas, la inteligencia artificial o los gemelos digitales permiten desarrollar una agricultura sostenible, dando respuesta a las barreras que debe afrontar el sector, con unos elevados costes de producción, derivados de las tensiones logísticas internacionales y, más recientemente, las consecuencias de la guerra de Ucrania y la inflación; la creciente competencia de los mercados; las bajas cotizaciones de los productos en origen; y contribuir a paliar los efectos del cambio climático, optimizando el uso de recursos (suelo, agua, energía) y a favorecer la biodiversidad y la salud de los ecosistemas donde desarrolla su actividad, en línea con las directrices promovidas por la Unión Europea, principalmente, la estrategia europea de biodiversidad, la nueva PAC (Política Agraria Común), Green Deal (Pacto Verde Europeo) y Farm to Fork (de la granja a la mesa).
La formación de los profesionales que se dedican a la agricultura, tanto personal autónomo como personal por cuenta ajena, en las tecnologías 4.0 es de suma importancia actualmente, debido al desarrollo y modernización que está teniendo el sector agrícola y ganadero en los últimos tiempos y la necesidad que existe de estos cambios, para impulsar el desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas a la agricultura basándose en una mayor eficiencia, aumento de la competitividad y aumento de la productividad de los distintos sectores, y sostenibilidad, cumpliendo con la normativa europea.
Campos como regadío, la aplicación de productos fitosanitarios o la recolección, optan por la modernización, basándose en el uso de maquinaria con tecnología 4.0, para lo que es necesario una formación y un aprendizaje, acorde con la evolución de los campos en los que se aplica. Es fundamental contar con Centros Tecnológicos que faciliten la transferencia de conocimiento y soluciones tecnológicas aplicables al campo, desde la Inteligencia Artificial (IA), a la robótica, para escalar a pie de explotación soluciones que den respuesta a necesidades reales de la actividad agraria.
El Instituto de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA), adscrito a la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, juega un importante papel en dar respuesta a las demandas actuales en el ámbito de la agricultura, pesca y de la industria alimentaria. Sin olvidar la interrelación con las Universidades.
Se necesita un marco que impulse la integración de soluciones tecnológicas para avanzar hacia una agricultura más sostenible en todos los ámbitos: ambiental, social y económica, porque eso es lo que demanda el mercado, los consumidores, la sociedad.
Fuente: ElDiario.es
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