Cuando entró en las oficinas de AJU la primera vez, no imaginamos que era Juan Pablo. Al menos el Juan Pablo Frías Silva que estábamos esperando para charlar un rato. Un Licenciado en Comercialización con un postgrado en Comercio Exterior y Marketing Internacional se nos figuraba alguien trajeado, con corbata sobria, pañuelo y zapatos lustrados, portando, claramente, un maletín.
Pero sí era Juan Pablo, que en vez cruzar la puerta atravesado por los estereotipos, llegó con una simpatía contagiosa y mirada franca que antecede a su humildad, y a una trayectoria de más de 15 años en el mundo de las finanzas. Eso, sólo con 38 años.
A pesar de haber dedicado gran parte de su carrera trabajando en Bancos, a Juan Pablo le encanta su relación con el campo, que nació siendo él oficial de agronegocios y grandes empresas en un reconocido Banco, hace ya 8 años, cuando tomó contacto con AJU y pasó a trabajar en la empresa como asesor financiero. Los números no tienen secretos para él.
Desde aquel momento pudo lograr más independencia, sobre todo en el manejo de sus horarios, algo que le encanta porque le permite más horas con su mujer Marcela y con sus tres hijos, con los que además comparte la pasión por el golf, un hobbie que conoció cuando tenía unos 8 años y nunca abandonó. Ahora lo hace en familia.
Pero cuando se trata de AJU, Juan Pablo se mantiene siempre atento al campo. “Es un negocio muy noble y con clientes de muy buen carácter, pero también con mucho riesgo. Ganás mucho o perdés mucho. No hay término medio”, asegura.
Por eso intenta siempre acercarse a los productores y brindarles su asesoramiento y ayuda. Sin trajes, ni corbatas ni maletines. Con charlas sinceras y el pleno dominio de los números…
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