Durante una de nuestras recorridas por los diferentes campos nos encontramos con Álvaro Berruezo, un productor independiente que desde hace casi veinte años mete las manos y el corazón en la tierra. Se especializa en la producción de granos y, si bien hoy su principal producto es el poroto, también labura con el maíz y la soja.
Charlamos mucho con Álvaro, para quien el campo es una pasión, de esas que no se pueden evitar, que no se cambian por nada. Y es que para él, nada se compara con ver crecer las plantas. Observar esos primeros brotes y acompañarlos hasta que llega la hora de cosechar. “Lo que siento en esos momentos en el campo es amor”, dice. Y sus ojos lo reafirman.
Sucede que el campo es un gran maestro de muchas cosas, y eso Álvaro lo tiene claro. “Me dio la posibilidad de crecer como persona, y también de formarme como empleador y de llevar adelante relaciones de buen trato, no sólo con mi gente, sino también con mis clientes y proveedores. El entorno del campo es como una segunda familia”, asegura, y remata: “sin ninguna duda, si pudiera volver a elegir una actividad, cualquiera, volvería a elegir el campo”.
Comentarios